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La espalda del "Tony Jaa" | |
Renovarse o morir. Esa parece ser la tónica actual del cine en los paises no anglos, de modo que todos imitamos el patrón jolibudiense como mejor podemos.
Este es el caso de Ong Bak, película de acción resultado de un vistoso popurrí de géneros y estilos que triunfan en pantalla.
Por un lado tenemos la historia estándar del joven estudiante de artes marciales que emprende una búsqueda o viaje iniciático a la ciudad, donde su estilo sencillo y honesto choca de pleno con una ciudad sucia y corrupta llena de matones que pondrán a prueba su entereza moral y su fuerza con los puños. Por otro lado, el cínico pícaro secundario cómico que apoya y enreda al "bueno" en las peleas clandestinas en las que uno tras otro los enemigos acosan al heroe, dándole oportunidad de mostrarnos como les castiga el cuerpo con su arte marcial filosófico. La chica que, por suerte, no tiene romance y es totalmente secundaria, pero que no puede faltar. Y los malos malísimos, en este caso, el perverso ladrón de la cabeza del buda local, Ong Bak, y su malérrimo jefe, un mafioso paralítico que tiene una traqueotomia y habla con un aparato que le hace parecer un androide de protocolo, como Ned el de SouthPark.
A estas alturas, poco más podemos decir que no se haya visto en cientos de películas anteriormente. Las escenas de persecuciones imposibles en el mercado, con piruetas circenses y kung fu ocasional y las persecuciones al volante, solo que en este caso, al volante de motocarros taxis, cuyo resultado queda más paródico que trepidante.
Sin embargo, y pese a su nulo argumento, sus personajes planos, su guión de manual y los terribles fallos de dirección, resulta un producto entretenido para pasar el rato, muy vistoso y sobre todo muy exótico. No nos llegan muchas producciones thailandesas, y lo cierto es que es refrescante ver algo nuevo.
Para los amantes de las artes marciales, resulta casi un visionado obligado. En todas las películas de "kunfu" que he visto, jamás tuve la ocasión de disfrutar con el estilo Muay Thai, y lo cierto es que es algo digno de ver. Toni Jaa, el campesino Ting, se nos presenta como "llamado a ser el Bruce Lee del nuevo milenio", título bastante pretencioso si tenemos en cuenta que acabamos de estrenar, como si dijéramos, este milenio. Talento no le falta al chico, y según dice la publicidad, las escenas han sido rodadas sin artificio alguno, cosa muy loable de ser cierta. Nos encontramos ante un artista marcial que sigue la escuela pizpireta del ya mayorcito Jackie Chan, con un estílo nuevo, que no es ni el Kunfu de Chan, ni el Kempo( lo que sea) marrullero de Van Damme, el Aikido Crujientito de Seagal, el Jet Kune Do de Lee o el estílo minimalista de Jet Li.
Un estílo interesante de ver en pantalla, sobre todo teniendo en cuenta que el director ha tenido el buen gusto de saber enseñar bien lo que pasa en todo momento, ahorrarse planos efectistas y mareantes y mantener en todo momento una buena perspectiva de la acción, pese a las repeticiones infumables de los mejores momentos. Porque con este estilo modernillo-cool de cine vieoclip, parece que nos vamos a tener que tragar chorradas como las que hacen aqui, de repetirte la jugada desde los diferentes planos de cámara... de delito. Y uno le presentaría a una señora el tipo este thailandés, la script girl, que se encargaria de darle algo de raccord a las escenas...
En fin.
Raúl Atreides
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