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Cartel de la película, uno de varios. | |
Los hermanos Grimm, Matt Damon y Heth Ledger, son dos pícaros que se dedican a ir por la Europa napoleónica embaucando a los aldeanos y enfrentándose a monstruos de cuentos populares (monstruos que no son más que un artificio creado por ellos). Will (Matt Damon) es un pragmático canalla que empuja a su hermano soñador, Jacob en esta vida de mentiras y engaños. Por su parte, Jacob es un joven soñador que va recopilando las leyendas y los cuentos en su libro (donde también anota la contabilidad).
Sin embargo, en un pequeño pueblo que linda un bosque, una fuerza paranormal está haciendo desaparecer niñas, y el general napoleónico Delatombe, Jonathan Pryce, los arresta y so pena de una muerte cruel los envía a desenmascarar y arrestar a los responsables humanos de la supuesta farsa.
Como es de esperar, los hermanos se enfrentarán a una "crisis de fé" cuando encuentren que el bosque está realmente bajo el influjo de un cuento de hadas.
Sin tener una premisa demasiado original (este argumento se ha visto bastantes veces ya en el cine) la película resulta entretenida y divertida. Uno esperaría algo más de Terry Gilliam, el ex Monty Python que nos regaló películas de la talla de Brasil, 12 monos o El Rey Pescador. Sin embargo, pese a estar muy comedido en esta película, vemos su mano en muchas partes. Como en la historia del muñeco de jenjibre.
Lo más destacable es sin duda la puesta en escena, asi como la forma que ha tenido Gilliam de entrelazar muchos cuentos en una trama principal nueva, llena de magia y misterio. Los personajes son lo que más flojea, dejándo un regusto de que podría haber sido una película mejor, algunos por su excesiva teatralidad, como el Italiano Cavaldi (interpretado por el polifacético Peter Stormare, que hacía de psicópata en "Fargo", de Nazi-pop en "El Gran Lebowsky" y de Satán en "Constantine", único momento medianamente decente de la película), que en unas ocasiones es la sal de la película y en otras se hace cargante.
En definitiva, una película entretenida y llena de magia e imaginación, sazonada con el gusto surrealista de Terry Gilliam y una estética cuidada y barroca. A mi me divirtió.
Raúl Atreides
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