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D: Lo primero es preguntarte si, cuando editaste la primera edición de esta novela, ¿llegaste a imaginar que poco más de diez años después ésta sería publicada por Minotauro?
R: La verdad es que entonces no me planteé publicarla más adelante en una editorial profesional, pero transcurridos unos años me dije que debía intentarlo y se la di a leer a Paco García, de Minotauro, quien la aceptó. Por fin la veo publicada en una edición me ha dejado plenamente satisfecho, sobre todo porque tendrá una amplia difusión y llegará al lector, cosa que no pudo conseguir con una tirada muy reducida.
D: ¿No piensas que, en estos tiempos que corren, una novela como “Los Vientos del Olvido” caería en lo políticamente incorrecto?
R: En estos tiempos extraños, en que se navega a la deriva entre el sentido trasnochado o exquisito y la norma habitual, parece que no existe término medio. Me trae sin cuidado que alguien piense que mi novela contiene elementos políticamente incorrectos. Como contrapunto, más de un lector me ha comentado que he sido demasiado cuidadoso a la hora de reflejar los males endémicos que aquejan a las religiones. Ese término medio, a veces cercano a la perfección, es difícil de alcanzar. Yo nací y crecí en la época franquista y me quedé hasta las narices de la censura del régimen, de que un censor con cara avinagrada me dijera lo que debía escribir o no. No sé si soy el único escritor en activo que conserva un manuscrito en el que estamparon un sello prohibiendo la publicación de uno de mis originales de a duro, que la Editorial Bruguera me devolvió con el correspondiente pésame, diciéndome que lo sentía pero que no me desanimara, que eso solía ocurrir a veces. Ha llovido desde entonces, ¿verdad? Pues en lugar de haber avanzado parece que hemos retrocedido en ciertos aspectos. Tan horrible me parece la autocensura como la censura oficial si la hubiera. La crítica a las religiones en Los vientos del olvido la considero suave, meditada e imparcial, por supuesto desde mi punto de vista. Algo muy distinto fue la manera de ponerla en solfa en mi novela corta Los sicarios de Dios, impregnada de humor, en la que subyace una intención perversa. Insisto en mantener mi derecho a escribir lo que me apetezca, y, por supuesto, me someto a cualquier clase de crítica siempre que esté argumentada. Por último, quiero aclarar que nunca apoyaría una ley que prohibiera una religión, ni me uniría a una turba que se lanzara a quemar iglesias, mezquita o sinagogas, ni actuaría con violencia contra sus representantes. Que cada cual elija su destino, siempre, claro está, que se ajuste a la ley de los hombres, no a las directrices de este o aquel libro considerado sagrado. Por encima de todo están los derechos humanos. Y como en estos tiempos hay que matizar lo que se habla para no ser tildado de esto o lo otro, al hablar de seres humanos me refiero al hombre y a la mujer, o al revés, que tanto monta. Llama mi atención, y me escandaliza, que se oculten graves faltas en determinada religión y se fustigue a otras que, mal que les pese a algunos, aunque aún les quedas mucho por evolucionar, no practican, tal vez porque ya no pueden, procedimientos crueles contra sus feligreses. Que cada cual saque sus propias conclusiones.
D: El mundo árabe y la cultura islámica están muy presentes en cada página de “Los Vientos del Olvido”. ¿qué tareas de investigación del mundo árabe llevaste a cabo para hacer tan creíble el mundo de ar-Rasul?
R: Al otorgar en la trama de mi novela un papel vital a las Cruzadas, partí con la ventaja de conocer su origen, auge y caída. Como había leído bastante acerca del nacimiento del islamismo, y un par de biografías de Mahoma y algunos libros sobre la expansión de esta religión, sólo tenía que refrescar la memoria repasando algunos textos y leerme el Corán desde el principio al final. Sobre éste diré que me pareció, y me parece, que merece la misma credibilidad que el Antiguo Testamento cristiano, el Pentateuco judío y otros. Desde el principio, me sentí cómodo escribiendo la novela, diría que disfruté.
D: Las principales Religiones monoteístas no salen muy bien paradas en esta novela ¿qué opina Angel Torres al respecto?
R: Empecemos por nosotros, por los cristianos, entre los que me incluyo porque no puedo negar que mi cultura es judeocristiana. No puedo renunciar de ella porque sería renunciar a una parte de mí, y esto no podría conseguirlo ni me apetece. Si tengo que elegir con la opción menos mala, a la vista de cómo se desenvuelve el mundo musulmán, me quedo donde estoy. Al menos, en la sociedad occidental a quien no le apetezca ir a una iglesia no es juzgado y condenado por leyes emanadas de este o de aquel dogma. Quien quiera entender mejor mi despego a todo lo que huele a religión, le recomiendo la lectura de los libros que componen “La historia criminal del cristianismo”, de Karlheinz Deschner, publicados por Martínez Roca, y también que repase el Antiguo Testamento con frialdad, aparcando a un lado su fe si la tiene; llegará a la conclusión de que Yahve era un dios vengativo, cruel, vanidoso, tortuoso y voluble, un Dios que un día despertada de mal humor, se daba cuenta de que sus “hijos” no eran perfectos, pese a haberlos creado él, se arrepentía de su “trabajo”, renegaba de ellos y decretaba su exterminio. Se aplica esta premisa a las otras religiones monoteístas y obtenemos resultados parecidos o más desconcertantes aún. Además, ninguneaba y se mofaba del pueblo “elegido” y pasaba del resto de la humanidad.
D: “Los Vientos del Olvido” es una novela que ofrece varios niveles de lectura que van de su disfrute como novela de aventuras hasta otros de lecturas más profundas y reflexivas. ¿con cual de estas lecturas prefieres quedarte?
R: Si dices que hay dos lecturas, me quedo con ambas, pero hay una tercera. En una de las dos que aludes, el lector puede percibir que soy un pesimista redomado. No es así. No voy por la vida soportando la carga del pesimismo, nada de eso. Me ocurre que, precisamente por mi afición a la Historia, los acontecimientos lejanos y cercanos me han despojado del optimismo irracional. En ar-Rasul, el mundo donde se desarrolla mi novela, confluyen las tres religiones, involucionadas las tres a la fuerza, obligadas a sobrevivir a causa unos hechos que acontecen en la Tierra a mediados del siglo XXI. La historia pasada se repite, pero más horrible aún que la conocida, incrementada por el odio y la ambición, el terror y la revancha. ¿Algo nuevo? Creo que no. Esta confrontación subyace larvada en el mundo de ar-Rasul, con mayor incidencia en la comunidad islamista, anclada en el medievo en contra de su voluntad, como se vieron a hacerlo las otras dos comunidades, la derivada de los primitivos colonos cristianos, considerados herejes en el mundo renovado por Dios, en el que se refugian, y los judios relegados por voluntad propia a un sorprendente oasis del desierto Rojo para evitar el mayor contacto posible con los pueblos que consideran impuros. Como ves, las fobias y los ojos perduran a pesar del tiempo y de la manipulación a que los tres pueblos fueron sometidos.
D: ¿Hay alguna diferencia entre esta edición que acaba de publicar Minotauro con la que publicó Gadir? ¿Le has añadido “nuevas escenas” como suele pasar en las Ediciones Especiales de las películas en DVD?
R: Era muy tentador para mí hacer algunos cambios, pero sólo realicé los que consideré que eran necesarios en ciertos diálogos, y ampliar algunas explicaciones. En total, creo que esta edición cuenta con aproximadamente unas veinte páginas más, pero muy repartidas a lo largo del libro. Cada capítulo de la actual edición empieza y termina en el mismo momento de la narración de los capítulos de la edición del 95. En este aspecto he querido ser respetuoso, y en el capítulo final las reflexiones de Zayd son ligeramente más extensas, diría más aclaratorias.
D: ¿Tienes pensado escribir una secuela de “Los Vientos del Olvido”?
R: Sí, lo confieso. No me lo había planteado hasta que Minotauro decidió publicarla. Tengo varias ideas para escribir la continuación, o segunda parte. Estarás de acuerdo conmigo en que el universo que creé ex profeso para la novela, sus personajes y motivos, sus orígenes y desenlace puede dar mucho juego. ¿Cómo se desarrollará la civilización de ar-Rasul una vez aclarada su procedencia, su convencimiento acerca del mundo en el que viven, que suponen renovado por Dios? ¿Asumirá la verdad histórica? ¿Qué ocurrirá con el pueblo surgido de improviso? ¿De qué manera aceptará Zayd Bakr la realidad, y sus gentes, los reyes de los valles y los otros dos pueblos? Y por último, no olvidemos a los seres que dictaron las leyes para preservar el planeta. Tan pronto como ponga punto final a un trabajo que tengo en manos, me pongo a escribirla. Ya veremos si se publica. Eso es otra aventura.
D: Como experimentado escritor de bolsilibros, ¿es muy distinto la manera de escribir un bolsilibro de la de una novela de mayores pretensiones, como esta?
R: Sin duda. Con los bolsilibros había que respetar unas condiciones. Había un límite de páginas para cualquier historia que se me ocurriera. Los primeros me costaron terminarlos, pero una vez cogido el tranquillo no fue difícil. Cuando desapareció la última colección de CF de a duro, Galaxia 2000, en la que me volqué, y aunque ya lo había experimentado con las novelas de los dioses, Dhrule, Kherle y la Esfera, me puse a la tarea. Llevaba tiempo meditando una novela, y la comencé. Así surgió Las islas del infierno, y mientras la escribía me di cuenta de que su desarrollo me obligaba a convertirla en una trilogía. Cada historia exige su extensión, sea un cuento, una novela corta, larga o una serie de ellas.
D: Hablando de bolsilibros, cuéntanos qué queda de A. Thorkent en Ángel Torres Quesada cuando escribes una novela...
R: Pues aparte del recuerdo de unos buenos años, me queda la experiencia, que no es poco. Escribiendo se aprende a escribir. A veces miro esas novelitas, que ocupan un buen espacio en mis estanterías, y siento un poco de nostalgia. Pero la época de los bolsilibros pasaron, hay que admitirlo. No volverán. La moda actual son los libros de más de 300 páginas, y si son de fantasía, mejor. Hoy en día la CF a mi entender anda un poco de capa caída. Sin embargo, Los vientos del olvido tiene bastante de este género, y también de ucronía, extrapolación y… Bueno contiene otros elementos. Incluso ya hay quien dice que, en cierto modo, es o podría ser profética. Esto me halaga, pero no me gusta porque no me gustaría que en la vida real sucediera a corto plazo lo que ocurre en la novela.
D: Eso es todo. Hasta una próxima entrevista
R: Gracias, José Luis. Que sea pronto, sería una buena señal.
D: Entonces, hasta que publiques la continuación de “Los vientos del olvido”, que espero sea pronto. Por cierto, ¿ya tienes título?
R: Barajo algunos, pero no lo tengo elegido. Puede esperar, incluso a que escriba la palabra Fin.
Entrevista realizada por José Luis Mora jmazarias@dreamers.es
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